Declaración de Posición

Soy una cineasta estadounidense y bailarina de tango que pertenece al mundo del tango y a la vez tengo una mirada desde afuera. Bailo tango desde el 2006, enseño tango desde el 2009, y participo de manera activa en la comunidad de tango local e internacional. Sin embargo, soy una extranjera de la cultura argentina. He viajado a Argentina seis veces desde el 2012 por períodos que oscilan entre tres semanas y tres meses. Vivo en los Estados Unidos con mi compañero argentino y hablo un castellano bastante aceptable. Hago grandes esfuerzos por empatizar con las experiencias argentinas, pero mi propia perspectiva siempre estará filtrada por mi educación cultural estadounidense y mis privilegios económicos. Mi relación con el tango es complicada. El tango es a la vez mi salvador y mi carcelero. Es un ungüento que me ofrece comunidad, deleite sensual, expresión artística, regulación emocional, contacto físico y significado social. A su vez el tango es un bastión del patriarcado y de las fuerzas sociales conservadoras que me empujan a cajas cada vez más pequeñas de género, estética y expresión social. La mirada de mi cámara y el clic de mi mouse de edición están invariablemente influenciados por esta tensión dentro de mí y mi búsqueda incesante de un tango más alineado con mis valores feministas y progresistas.